Este pequeño caballo
De galope cadencioso,
Procede de las
Asturias,
fértiles en minas de oro.
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Antiguamente,
los romanos, consideraban Asturcón puro al que tenía una estrella blanca en la
frente.
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Además del asturcón de capa negra también existen asturcones de capa
castaña.
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Pastando en el Puerto Ventanielles |
El asturcón en cualquier estación del año, pone una nota de salvaje belleza sobre el paisaje bravío de las montañas asturianas. |
Según algunas interpretaciones el nombre "asturcón"
podría relacionarse con el término prerromano "con", que significa
peña, de manera que sería "caballo asturiano de las peñas".
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Laderas cercanas al Pico
Pienzu
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Pastos de la vega del Pico Urriellu |
“El
to semeya ye inconfundible, acaballando ente montañes; vives llibre comu´l
vientu, cúanta hestoria nes les tos hazañes”
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El asturcón es
una raza de caballo rústico y de pequeño tamaño de origen asturiano. Forma
parte de las razas que habitan desde la antigüedad los territorios montañosos
desde la
Cordillera Cantábrica hasta los Pirineos.
A
los romanos llamó poderosamente la atención la fortaleza y bravura de estos
pequeños caballos (ponis astures) que podían llevar sobre su grupa a dos
guerreros y además eran de poca y fácil alimentación, así como el paso de
ambladura o paso portante que daban (y dan) moviendo las dos patas del mismo
lado a la vez. Y la destreza al trepar por terrenos rocosos. Ese paso es muy
cómodo para los jinetes, por eso varios ejércitos a través de los siglos los
adoptaron para sus unidades de caballería. Y no solo los astures o los romanos
pues Aníbal y los cartagineses se dice que pasaron los Pirineos y los Alpes con
caballos asturcones (además de con elefantes). El emperador Nerón los tenía
entre sus animales preferidos y ganaban carreras en los circos romanos. También
hay quien cree que Don Pelayo fue a la batalla de Covadonga a lomos de uno de
esos famosos caballos.
Pelagonius,
en Artis vet (72) habla de una nueva profesión: la de “asturconarius” tratante
especializado en asturcones, por lo que se deduce que su comercio debió de ser
muy intenso y extendido: un asturcón se
coronó de laureles en la carrera de Alepo, que constituía el concurso hípico
más famoso de la antigüedad, y Silo Itálico relata igualmente que la carrera
del circo de Cartagena fue ganada en una ocasión por un asturcón. Podríamos
hacer interminable esta lista de autores clásicos romanos que prueba la fama
que llegó a adquirir en la antigua Roma,
y de las que quizá, la más emotiva sea
el pequeño epigrama que el poeta Marco Aurelio Marcial le dedicó:
Este pequeño caballo
De galope cadencioso,
Procede de las Asturias,
fértiles en minas de oro
En siglos posteriores su fama se oscureció
notablemente, debido sin duda a diversas circunstancias, entre las que cabe
destacar la llegada de nuevas razas de caballos, más especializadas, el cambio
y evolución de la técnica del transporte y de estrategia en la guerra. Sin
embargo, en Asturias conservó durante muchos años su primitiva utilidad y se
sabe que durante la Edad Media
su población se contaba aún por miles. Indudablemente, debió de perder el
carácter sagrado a raíz de la cristianización, pero tuvo que conservar, sin
duda, su valor como animal doméstico durante siglos después. Incluso llegó a
utilizarse como moneda, ya que, según relata una obra anónima del siglo XII,
los campesinos asturianos pagaban con sus caballos “asturcones” los impuestos a
que se veían sometidos por los señores feudales.
La
sierra del Sueve durante los últimos siglos fue el reino de los caballos
asturcones por excelencia, pues dadas sus especiales condiciones y régimen
administrativo de los pastos permitió que esos animales autóctonos de las
montañas asturianas no desapareciesen para siempre. Ahora ya los hay en otros
lugares y se les protege más.
Fotos de Juan J.C.F.
(Información
sacada de la red y de la Enciclopedia Asturiana)