domingo, 4 de septiembre de 2011

NICANOR PIÑOLE, EVARISTO VALLE (Pintores asturianos)

Recogiendo la manzana
Segando hierba
Primavera
La fuente
Suviendo  la montaña

Nicanor Piñole (Gijón, 1878-1978 ) Importancia de la luz y de la pincelada suelta. Adaptación del impresionismo a la luz y colores de Asturias. En su obra es fundamental el paisaje, con el que alcanza una notable perfección. Muchos de sus cuadros tratan temas costumbristas, como escenas campesinas, marineras, detalles de la vida cotidiana de Gijón. También realizó una excelente labor como retratista.
                                                                                  


Carnavalada en la cuenca minera
Jugando a los bolos
En la huerta
En la fuente
Pelea de gallos

Evaristo Valle (Gijón, 1873-1951) Durante su juventud desempeñó varios oficios en una refinería de petróleo y en talleres litográficos de Gijón y París, donde residió de forma intermitente varios años, y publicó sus primeros dibujos y caricaturas en revistas. A partir de 1903 se dedicó exclusivamente a la pintura. Su vida transcurrió entre su ciudad natal y las estancias en París, Londres, Estados Unidos y Cuba. Adquirió un creciente prestigio artístico tanto en su país como en el extranjero. Su obra, dedicada a la representación de temas populares asturianos y paisajes de su tierra, se enmarca dentro del expresionismo figurativo de línea regionalista. 


                                                                                                       
Definir el arte. Las definiciones del arte han variado con el correr de los siglos y a través del mundo, según las funciones que el arte se haya asignado. Un europeo moderno puede considerar las pinturas como lujos portátiles adquiridos para procurarse prestigio o placer. En otros tiempos y lugares han sido signos mágicos, focos de ritual, encarnaciones de mitos o leyendas, o ayuda para la contemplación espiritual. También han servido de soporte  a la fantasía escapista y se han utilizado como instrumentos de educación o propaganda para reafirmar el poder y la categoría de instituciones, clases sociales o individuos destacados y acaudalados. Para san Buenaventura, en la Edad Media, una pintura era “lo que instruye, suscita emociones piadosas y despierta recuerdos”, de tal manera que un cuadro se convierte en una invitación a la plegaria. Para Zola, el escritor naturalista francés del siglo XIX, un cuadro es “un retazo de naturaleza filtrado a través de un temperamento individual”. Pocos años después, en 1890, un pintor de veinte años, Maurice Denis, formuló un dogma que obtendría amplia aprobación (aunque no universal, ni mucho menos) en el siglo siguiente: “Antes que el caballo de un guerrero, una mujer desnuda o una pequeña escena de género, una pintura es esencialmente una superficie plana cubierta de colores reunidos en un orden determinado”. Veinte años después, Kandinsky, a quien otros no tardaron en apoyar, demostró que cabía prescindir por completo del caballo, la mujer o la escena de género, y durante un tiempo pareció como si en Occidente el  arte  figurativo, ya fuese pintura o escultura, estuviera siendo arrinconado por la corriente no figurativa o “abstracta”.   En realidad, la imitación natural nunca ha sido el único estilo de arte figurativo, y los tratamientos de los mismos sujetos por distintos artistas varían enormemente, incluso dentro de una tradición compartida.
“El arte de los griegos, de los egipcios, de los grandes pintores que vivieron en otros tiempos, no es un arte del pasado; es posible que hoy esté más vivo que nunca. El arte no evoluciona por sí mismo; las ideas de la gente cambian y, con ellas, su modalidad de expresión.”- PICASSO