lunes, 15 de noviembre de 2010

Sindo

                                                                                            
Sindo
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Una rosa más
                                                                              
                                                                                 





                                                                           
  

 Otra de mis aficiones son los animales, estoy enamorada de mis peluches,  Sindo y Colás. Son  tan suaves y cariñosos.

A lo largo de la historia los gatos han desempeñado un papel ambivalente en la sociedad humana. Adorados como dioses benefactores en algunas culturas, han sido perseguidos en otras como seres diabólicos, incluido el mundo cristiano occidental. En los últimos ciento cincuenta años nuestra actitud hacia él ha cambiado radicalmente. Aunque en la literatura y el arte todavía se le euquipara a veces con la brujería y la inmortalidad ,en el moderno mundo de la publicidad y el espectáculo representa la sensualidad y el refinamiento. Su notable éxito como el animal de compañía más popular -desplazando al perro no sólo en Norteamericana y Gran Bretaña, sino en casi todo el mundo- es una clara muestra del atractivo universal que tiene en la actualidad  para las personas sensibles.

El culto egipcio a los gatos.
La fascinación del antiguo Egipto por los felinos se manifestaba principalmente  a través del culto a dos deidades antropomórficas: la diosa con cabeza de león Sehkmet y su hermana Bastet, con cabeza de gato. La asociación del "rey de la selva"a la religión o la monarquía ha sido muy común en todo el mundo, pero el culto al gato doméstico es único. A finales del siglo XIX, los arqueólogos descubrieron en las ruinas del actual Tell Bastah, en un solo emplazamiento, más de 300.000 gatos momificados: desgraciadamente fueron trasladados a Gran Bretaña, triturados y vendidos como fertilizante. Este extraordinario hallazgo muestra hasta que punto estaba extendida la veneración del gato.
Después de que las momias fueran ofrecidas a los dioses, los sacerdotes las reunían y enterraban en los cementerios de gatos de las cercanías.
Cuando moría un felino, sus dueños trataban de proporcionarle un entierro adecuado, se ponían de luto riguroso y se afeitaban las cejas. Los sacerdotes del templo incluso llegaban a sacrificar gatos criados ex profeso, que luego momificaban y vendían a los peregrinos como versiones asequibles de las codiciadas estatuas fundidas en bronce.
En Egipto matar un gato, aunque fuese sin querer,estaba castigado con la muerte; el historiador Heródoto (484-424a.C.) narra la historia de un pobre desgraciado  a quien le ocurrió tal cosa. Curiosamente, la gran veneración por el gato contribuyó a la caída del imperio romano.


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